El Posthumanismo: la fase final del ideario transhumanista

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posthumanismo

Constantemente la humanidad sufre cambios evolutivos, no obstante, uno de esos saltos progresivos puede llegar a trastocar la existencia misma de la humanidad. Todo va a depender de la revolución tecnológica que se pretenda alcanzar y de la superación de los límites que impone la inteligencia biológica.

Ese nuevo concepto de vida es ansiosamente esperado por muchos, pero también es repudiado por los detractores de la ingeniería genética humana o transhumanismo genético. En cualquier caso, aún es necesario superar el transhumanismo para abrirle las puertas a la era posthumanista.

¿Qué es el posthumanismo?

Los postulados del ideario posthumanista iniciaron a comienzos del siglo XXI en el Occidente y se han ido desarrollando a medida que va avanzando la cibernética y las biotecnologías, lo que en paralelo ha afectado la concepción de identidad humana.

Sin embargo, hasta ahora el término posthumanismo sigue siendo muy controversial y complejo, no obstante, es claro que es una corriente que busca superar las limitaciones naturales del hombre. Así, a través del posthumanismo se procura definir una fase de evolución biológica que supera al humanismo y al transhumanismo.

Si bien es un concepto relacionado con la ciencia ficción y el mundo de la futurología, ha sido igualmente acogido en la filosofía o en el arte contemporáneo, y ha dado lugar a la idea de un nuevo estilo de vida donde dominará la inteligencia no biológica.

Diferentes corrientes en el posthumanismo

Dentro de la misma corriente posthumanista existen los llamados “ultraderecha”, éstos tienen un pensamiento que está radicalmente orientado a la creencia de que no existe ninguna esencia espiritual o alma en el ser humano. Uno de los más reconocido, es el polémico filósofo Peter Sloterdijk, por su conferencia llamada “Normas para el parque humano”, realizada en el año 2000 en Alemania, seguidor de la idea del superhombre de Nietzche, el cual, a decir de Sloterdijk, puede ser alcanzado a mediante el posthumanismo.

Existen otras posturas que no se dicen llamar posthumanistas, pero parten de ideales similares. Tal es el caso del investigador Fernando Broncano, quien considera que el hombre es producto de la técnica, por lo que no tiene esencia, en consecuencia, pueden ser replicados y mejorados a un estado superior y mejor al actual.

Otros como Neil Badgminton no descartan la idea del posthumanismo de manera absoluta, sino que esperan que sea entendida como postura reflexiva y lenta del humanismo, pues en definitiva lo que se pretende es perpetuar al hombre gracias a las prácticas científico-tecnológicas.

Implicaciones éticas y morales del posthumanismo

Considerar que la inteligencia artificial o las mejoras biológicas puedan desplazar la naturaleza del hombre, es una idea inapropiada desde el ámbito ético y moral para la corriente más conservadora. De allí que surjan las posturas contrarias a este movimiento que lo ven como la mayor amenaza contra las bases de la sociedad humana actual.

Sin embargo, es de señalar que incluso las corrientes más contrarias y descartables del pensamiento, terminan por encontrar cierta acogida cuando demuestran utilidad práctica, por lo que en modo alguno resulta desacertado indicar que si el posthumanismo finalmente logra superar barreras como la muerte o las limitaciones del hombre, termine por ser una corriente aceptada y promovida por diferentes sectores.

¿Estaremos ante la desaparición del hombre?

El posthumanismo más radical rechaza la idea esencialista del ser humano, por lo que en general acepta la postura del fin del humanismo, de eliminar la creencia de la infalibilidad del poder humano y de la creencia de nuestra superioridad.

Para una postura visionaria más ecléctica, el humanismo puede desaparecer y evolucionar hacia un estado superior, en donde queden atrás las diferentes vulnerabilidades del hombre asociadas a sus necesidades (comer, reproducirse, enfermarse, etc.) y propia existencia (muerte). Ahora bien, acabar con esas “vulnerabilidades” sería acabar con otros elementos que conforman la ser humano como lo son los sentimientos, las creencias morales, religiosas, la estructura física, en definitiva, sería dar por terminada la existencia de la humanidad.

Así que es muy probable que las máquinas terminen siendo la esencia del ser y lleguen a formar parte del hombre, desplazando lo más natural que poseemos, el cuerpo y la conciencia moral.

La humanidad aumentada

A pesar del rechazo que en parte ha tenido el posthumanismo, otros apuestan a que la simbiosis hombre-tecnología no es más que una humanidad aumentada. La relación creada entre lo humano y lo tecnológico solo generará a un nuevo hombre quien se rodeará de una realidad cibernética. En ese contexto las máquinas serán sensibilizadas y su interacción con el hombre será más dinámica, abarcando todos los escenarios de vida del hombre, pero sin desplazarlo.

¿Es posible detener el posthumanismo?, ¿Sería necesario?

Para los seguidores de la corriente posthumanista, la revolución genética no podrá detenerla nada ni nadie. Muestra de ello es que hasta ahora siguen las clonaciones, la selección de genes, la ingeniería de las células y, en general, el continuo perfeccionamiento de la capacidad humana.

Solo el hombre impondrá límites, pero cuando se trata de alargar la vida humana o mejorar las condiciones físicas o intelectuales, la humanidad se abstiene de colocar la barrera. Pareciera que nada es más satisfactorio para el hombre que alcanzar su máxima eficiencia.

Sin embargo, la revolución tecnológica se multiplicará únicamente cuando se haya alcanzado el éxito en las mejoras biológicas y genéticas, a la par de que las mismas ofrezcan mayor seguridad a sus usuarios, por lo que faltaría mucho para ello.

En definitiva, pareciera que aún es difícil saber si es necesario detener el posthumanismo, toda vez que la misma se presenta como un ideario más propio de la ficción que de la ciencia. En todo caso, lo más importante por ahora pareciera resultaría mantener la prudencia y aguardar a la espera de la forma en que las mejoras humanas puedan ser beneficiosas, o no, para la especie.

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