¿Llegamos a la era de las transespecies? El hombre con aletas en la cabeza

Transhumanismo y movimiento transespecie

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Para muchos identificarnos como seres humanos es lo más natural del mundo. No obstante, existen individuos que no se sienten totalmente conformes con identificarse como parte de la especie humana. Ellos sienten que su identidad se apareja más con la de un animal, materia o incluso con algún dispositivo tecnológico.

A primera vista la idea parece descabellada, pero acompáñennos a profundizar un poco más en este tema. 

¿Qué se conoce como transespecie?

El término “transespecie” ha venido agrupando a individuos que no se identifican al cien por ciento como humanos. Si damos un vistazo a las primeras apariciones de esta tendencia, podremos darnos cuenta que se limitaba a aquellas personas que se identificaban más con un animal particular. Pero en los últimos años se ha extendido el uso del término transespecie, para aquellos que sienten afinidad hacia una materia, así como para los que, al incorporar algún dispositivo tecnológico en su cuerpo, se perciben como algo distinto a un humano, los llamados cyborgs o cíborgs.

Esta manera de percibirse a sí mismo ha crecido tanto, que actualmente existen comunidades en el mundo entero de personas que se identifican como tal. Una de las más conocidas es la Transespecie Society, quienes apoyan el desarrollo de nuevos sentidos y órganos, autodefiniéndose como «una asociación que da voz a identidades no humanas”.

¿Qué casos se han dado a conocer?

Tal como lo mencionáramos, la primera visión que solemos tener de aquellas personas que se declaran “transespecie” es la de aquellos que se identifican con animales. Como ejemplo de ello, encontramos al británico Tom Peters, quien se identifica como un perro dálmata llamado Spot. Para lo cual, cuenta con una costosa indumentaria y comportamiento de un perro doméstico.

Pero este movimiento no se detiene ahí. Así, encontramos que con el pasar de los años se ha hecho cada vez más popular la tendencia de implantarse dispositivos tecnológicos. En este sentido nace la idea de los denominados cíborgs o cyborgs, quienes se han declarado transespecies cibernéticos.

El primero de ellos, reconocido legalmente como tal por el gobierno británico, es Neil Harbisson, quien nació con acromatopsia, una anomalía en la visión que le impide distinguir colores. Este hombre en el año 2004, se implantó un sensor que detecta los espectros de luz y los transmite como sonidos a su cerebro. Gracias a esta antena que lleva incrustada en su cráneo, no sólo percibe colores a través de sonido, sino que extendió su percepción siendo posible captar colores infrarrojos y ultra violetas.

Otra pionera del movimiento “transespecie” es Moon Ribas, quien en el 2013 se implantó sensores en los pies que le permiten captar las vibraciones de la tierra, básicamente se implantó un detector sísmico. Ribas es una artista contemporánea, que ha expresado la actividad sísmica captada por sus pies mediante la danza.

Implante de aletas de pez en el cráneo de un joven en Barcelona

Las historias anteriores sin duda llamaron la atención del mundo en su momento, pero en este 2020 el protagonista es un joven de 24 años oriundo de Barcelona, España. Se trata de un autodenominado artista cíborg, al que podemos localizar en las redes sociales como Manel de Aguas.

Este joven viajó hasta Japón, en donde se sometió a un procedimiento en el que le implantaron en su cráneo un dispositivo, en forma de aletas de pez, que le permite percibir los fenómenos atmosféricos.

Esto no es algo nuevo para Manel, quien con la finalidad de acercarse a las sensaciones que produce el mundo acuático, ha experimentado con el arte y la tecnología durante años. Específicamente, en el 2017, construyó y utilizó un dispositivo que le permitía sentir las vibraciones atmosféricas. Para ese momento, el prototipo se trataba de unas aletas sostenidas por una diadema que colgaban en la parte posterior de su cabeza.

A principios de este año 2020, decidió dar un paso más, y tras ser rechazado en varios centros de España, se propuso viajar a Tokyo para realizar el implante de sus aletas, las cuales, vale destacar, fueron diseñadas por él en silicona, con un peso de 500 gr. cada una.

Aletas climáticas

Sus aletas climáticas, le permite captar los cambios de presión atmosférica, humedad y temperatura. Estos impulsos, son procesados por un microchip que los convierte en vibraciones y sonidos que se transmiten dentro de la cabeza. Estas aletas, además tienen la particularidad de recargarse con luz solar y cuentan con conexión WiFi.

Al ser interrogado sobre la forma que le dio al dispositivo, Manel señaló que su interés por las especies marinas, reales y mitológicas, lo inspiraron para tomar su decisión. Esta pasión lo condujo a crear un órgano en forma de aleta.

En cuanto al porqué recurrir a un método tan invasivo, como es el de implantarse este dispositivo, señaló que era un proyecto artístico, que impactaba directamente sobre la forma de percibirse a sí mismo. Añadió que, como estas aletas no son naturalmente parte de una persona, su identidad ya no se corresponde al 100% con la de un ser humano, por lo tanto, se declara “transespecie».

De esta manera, a decir de quienes se identifican con este movimiento, el sólo hecho de añadir dispositivos externos, los convierte en algo distinto a los humanos.

Al mismo tiempo se abre la posibilidad de que las personas podamos diseñar a nuestro gusto y estilo “órganos” que nos acerquen más al mundo que nos rodea, pero de una forma sensorial.

Cyborgs y transhumanismo ¿el futuro de la humanidad?

De las experiencias antes descritas, nos queda la interrogante de ¿será éste el futuro de la humanidad? La idea de humanos mejorados a través de la tecnología es la idea del transhumanismo. Lo cual nos podría dar incluso la inmortalidad.

No obstante, algunos representantes transespecies ven al movimiento como algo distinto al transhumanismo. Esto se debe a que su idea es percibir, de manera distinta, el mundo que los rodea, sin tener la intención final de mejorar a la especie humana.

Su propósito es diferenciarse, evolucionar en algo distinto, por eso su corriente no es precisamente la de mejorar una condición de salud o ayudar a superar una discapacidad. Por el contrario, muchos de los dispositivos únicamente son para ampliar la experiencia sensorial con la que se percibe la realidad.

Nos queda esperar y observar cómo evolucionan estos estilos de vida y cómo repercuten en el resto de la humanidad, así como cuántos están dispuestos a ser parte de este cambio.

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