¿Es ético que los humanos experimentemos con animales?

Las implicaciones de los experimentos en animales

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experimento en animales

La investigación científica es fundamental para nuestro bienestar como humanidad. Gracias a ella, se han erradicado enfermedades o se cuenta con el tratamiento de otras. No obstante, algunos métodos utilizados por la comunidad científica pueden ser duramente cuestionados, al punto de opacar los beneficios que pudieran proporcionar.

Así pues, uno de los que más debates ha generado, por sus implicaciones éticas, es la experimentación con animales. Veamos más al respecto.

¿Por qué se realizan experimentos con animales?

Sin dudas este es un tema bastante álgido. Por una parte, muchos somos sensibles ante el sufrimiento de seres indefensos, que carecen de la capacidad para decidir ser o no parte de estos experimentos. Por la otra, estamos conscientes de que la ciencia debe mantenerse en constante evolución y para ello se vale de ciertos métodos experimentales.

Ahora bien, cabe preguntarnos si ¿no hay otra forma de adelantar ciertas investigaciones, sin que se requiera la intervención de animales? Pues bien, ante esta interrogante, los científicos sostienen que la investigación en animales ha permitido descubrir maneras para sanar enfermedades. De igual manera aducen que se ha logrado prolongar y mejorar la calidad de vida de los humanos.

Así tenemos que, procedimientos como trasplantes de órganos, transfusiones de sangre, creación de vacunas, técnicas en traumatología y quirúrgicas, entre muchos otros, se prueban o se han desarrollado en una primera fase en animales. Con esto, se ha logrado conocer el funcionamiento de los sistemas semejantes entre humanos y animales.

Para llegar a estos conocimientos y su perfeccionamiento práctico, se debe estudiar los efectos que un determinado producto químico o un procedimiento invasivo pueda tener en los sistemas que, en conjunto, conforman a un ser viviente. En estos casos, se debe evaluar cómo interactúan los órganos en su totalidad. Sostienen los expertos que, ni la tecnología más avanzada puede simular todo el cúmulo de complejas relaciones entre células, tejidos y órganos que se producen en humanos y animales. Por lo tanto, es fundamental que los científicos comprendan este funcionamiento antes de recomendar un nuevo tratamiento o sustancia para uso humano.

Otra razón expuesta por los científicos, son los propios códigos de ética para la investigación biomédica, según los cuales, los ensayos con animales constituyen una obligación, previo a realizar experimentación con humanos. De este modo, se mantiene la tradición de que las pruebas en animales son esenciales para determinar la seguridad y eficacia en humanos.

¿Qué otras opciones se proponen?

Frente a la posición anterior, se encuentran los defensores de los animales, quienes aducen que existen alternativas para el uso de animales en experimentos. Estos activistas, muchos de ellos radicales, abogan por la supresión de los experimentos en animales. Para ello, proponen que se use la tecnología o cultivos celulares in vitro.

A su decir, existen hoy en día numerosas fuentes tecnológicas, especialmente la inteligencia artificial, capaz de simular las condiciones de un cuerpo y su reacción ante ciertos químicos. De manera que los animales serían innecesarios en estos estudios.

No obstante, la respuesta de la ciencia ha sido que, estos modelos tecnológicos no pueden predecir con total fiabilidad el efecto de un producto experimental en un organismo vivo.

En cuanto al uso de cultivos, estos son muy básicos y limitan en exceso el alcance de la investigación.

Las tres R: reemplazar, reducir y refinar

Ante este escenario, los científicos proponen, desde 1959, la estrategia denominada las tres R. La misma, es desde entonces la más adoptada y marca una alternativa que, si bien no elimina del mapa de la experimentación a los animales, sí incentiva un trato más sensible y respetable.

Según esta estrategia, en estos estudios se buscará: Reemplazar, es decir, pasar de animales vivos a otros métodos como el cultivo in vitro. Reducir, o sea evitar duplicaciones en los experimentos y justificando claramente la necesidad del mismo. Y, finalmente, Refinar los experimentos, con la idea de minimizar el sufrimiento de los animales.

Cuestiones éticas. ¿Por qué ellos y nosotros no?

Este gran debate se da en un tiempo en el que cada vez más personas se han sensibilizado con el sufrimiento de los animales de laboratorio. Desde un punto de vista filosófico, se plantea la interrogante de ¿qué nos hace a los humanos tan especiales o superiores que otra especie deba sufrir para nuestro beneficio?

Asumiendo que los humanos nos hallamos en la cima evolutiva, lo cual nos proporciona la capacidad de raciocinio, del que carecen los animales, no justifica que se actúe con crueldad sobre éstos.

Así pues, esa misma capacidad de sopesar lo bueno sobre lo malo, nos hace responsables de no ocasionar daños innecesarios a ninguna especie animal, ni siquiera en el nombre de la ciencia.

El sufrimiento animal

Para evaluar que tan necesario es el sufrimiento infligido a estos animales, los científicos se basan en los logros de la medicina preventiva, así como en la erradicación o control de enfermedades. De esta manera, el valor de la vida de los animales de laboratorio, puede ser sacrificada o sometidos a sufrimientos. En todo caso, cuando se cruza una determinada línea estos animales se eutanizan, para evitarles más agonía.

No obstante, es más que evidente que esto del sacrificio en nombre de la salud de la humanidad no es del todo cierto. Ejemplo de ello, es que todavía son muchas las marcas de cosméticos que testean sus productos en animales y ciertamente no es un fin que vaya a salvar a nadie de una enfermedad mortal. Afortunadamente, esta práctica ya ha sido prohibida en la Unión Europea, pero aún queda mucho camino por delante.

¿Son confiables los resultados de la experimentación con animales?

Finalmente, a los efectos de determinar la necesidad de uso de animales en estos experimentos, es saber si los resultados obtenidos realmente son fiables para extrapolarlos a los humanos.

Aquí los argumentos también se dividen, pues la comunidad científica afirma que estos experimentos contribuyen en gran medida a los ensayos clínicos en humanos. Mientras que sus detractores, sostienen que muchos de los resultados obtenidos no son aplicables a humanos, porque simplemente somos organismos diferentes.

Lo cierto es que no parece existir una solución a corto o mediano plazo que reemplace por completo el uso de animales de laboratorio. Técnicas como las simulaciones computarizadas y los cultivos celulares, pueden ayudar en fases iniciales de las investigaciones y así reducir el número de animales en los experimentos.

Asimismo, es importante que los controles a los que son sometidos los laboratorios, para el uso de animales, sea constantemente vigilado por comités de ética, que se cercioren que estos cumplan con la estrategia de las tres R y recurran a este tipo de investigaciones cuando sea estrictamente necesario.

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