Los seres humanos somos un virus peligroso. Mira lo que opina la ciencia

¿Seremos los causantes de una extinción masiva?

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Todos podemos coincidir en que los últimos tiempos no han sido fáciles para la humanidad. Nos vimos forzados a dejar atrás nuestras rutinas y a darnos una pausa con la finalidad de resguardar nuestra salud. No obstante, también debemos admitir que nosotros hemos sido responsables del sufrimiento del planeta y su ecosistema.

En este sentido, tal vez lo primero sea sólo una consecuencia de nuestro comportamiento.

La especie dominante y devastadora: el ser humano

Ante la actual situación de un mundo en pandemia, se pudo observar como animales silvestres tomaban las calles vacías, pudimos disfrutar de un cielo más claro y un mar mucho más limpio. Sin dudas, estas situaciones nos llamaron a la reflexión, e incluso se hizo popular la frase “los humanos somos el verdadero virus”.

¿Cómo podemos explicar que, siendo la especie con conciencia y raciocinio, dominante de otras especies, seamos los causantes de la devastación de nuestro hábitat?, y, en consecuencia, ¿realmente nos comportamos como un virus que destruye todo hasta que no queda nada del sistema que invadió?

Si algo nos ha caracterizado como especie, es que nos hemos expandido y reproducido a lo largo y ancho de la tierra. Ello, siempre en búsqueda de más recursos que hagan posible nuestra supervivencia. De esta manera, cuando un espacio no puede ofrecer nada más, nos desplazamos a otro lugar en búsqueda de mejores condiciones. Claro está, este comportamiento no es exclusivo de los humanos.

No obstante, lo que sí podemos atribuirnos a exclusividad es que nos reproducimos sin control, agotamos por completo los recursos y causamos un grave desequilibrio en nuestro entorno. Es ahí donde nos diferenciamos de otras especies, pero nos acercamos mucho al comportamiento de una en particular: el virus.

Nuestra evolución como civilización

A lo largo de nuestra historia pasamos de ser cazadores y recolectores a descubrir la agricultura, con ello nos asentamos en comunidades, fuimos expandiéndonos invadiendo tierras de animales salvajes, incluso logrando domesticar algunos.

Nos pasamos milenios acorralando a otras especies, luego llegaron los avances tecnológicos, las grandes ciudades, guerras, revolución industrial, más ciudades, más expansión, más tecnología. Situación que ha necesitado recursos naturales, energía y un alto costo para la biodiversidad a un ritmo tan acelerado, que no le hemos dado al planeta la oportunidad de regenerarse.

Visto así, parece que no hemos sido muy responsables con el cuidado de nuestra tierra, la única que por los momentos puede ser nuestro hogar.

Las terribles consecuencias de nuestra evolución

Con todo lo antes señalado ocurriendo durante siglos y recrudeciéndose en los últimos 200 años, debíamos esperar consecuencias. Lo cierto es que, desde hace décadas, han sido muchas las voces que se han alzado en defensa del planeta ante la actitud irresponsable del propio ser humano.

Expertos, ecologistas, activistas, entre otros, han manifestado la necesidad urgente de disminuir la emisión de carbono. Asimismo, el llamado ha sido a cambiar los métodos de la agroindustria y a prestar más atención a la interacción entre humanos y la vida salvaje. Todo ello, para prevenir desastres climáticos y ecológicos imposibles de revertir.

Ante este panorama, distintos grupos de científicos dedicados al estudio del ecosistema, ya habían vaticinado la situación actual. De esta manera, los expertos señalan que nuestro comportamiento no sólo terminará por acabar con los recursos, sino que nos hará propensos a despertar más enfermedades del tipo infeccioso.   

Aparición de nuevas enfermedades

Tan acostumbrados a abrirnos paso, los humanos hemos arrasado con bosques enteros. Con ello, impactamos de forma directa a la fauna silvestre, hasta el punto de causar la extinción de muchas especies. También ha contribuido a esta pérdida, la comercialización de animales exóticos para mantenerlos en condiciones más que crueles.

Así, como todo tiene su efecto, esto ayuda a la aparición de nuevos virus, pues estos seres en lugar de permanecer en los animales buscan nuevas cadenas de transmisión hasta llegar a los humanos.

En un sentido similar, la interacción de humanos con animales salvajes se ha incrementado. Es de destacar que, cada vez que irrumpimos en el hábitat de estos animales obligando a su desplazamiento, ellos dejan atrás residuos y desechos con sus correspondientes virus y bacterias.

Si a esto le sumamos la agricultura intensiva, que nos lleva a seguir desplazando animales domésticos a territorios de animales salvajes, creamos el escenario perfecto para que interactúen especies que normalmente no lo harían. Es así, como pueden generarse otras cadenas que transmitan virus desconocidos a los humanos.

Cambio climático

A lo anterior, debes agregar que, según datos estadísticos de las organizaciones destinadas a realizar el seguimiento al cambio climático, se pudo evidenciar que los años 2015, 2016 y 2017 fueron los más cálidos de los que se tienen registro. Lo cual, es consecuencia de la emisión de dióxido de carbono a nivel mundial, de seguir esta tendencia seremos testigos de una aumento en la ocurrencia de inundaciones y sequías, incremento del nivel del mar o acidificación de los océanos.

Durante el tiempo que hemos estado en confinamiento en distintas partes de mundo, se registró una disminución en las emisiones de CO2, pero no es motivo de alegría, pues estos números son temporales. En consecuencia, mientras existan restricciones derivadas de la pandemia, no son consecuencia de cambios estructurales. De manera, que, aunque nos contente ver animales silvestres recorrer las calles, esto no es un verdadero indicativo de que la salud de la tierra mejore significativamente.

Un virus para el planeta o para nosotros mismos

A pesar de lo terrible que puede parecer todo lo que se ha expuesto, además de injusto para un planeta que sólo nos ha dado vida, quienes más están en riesgo por el comportamiento humano es el propio ser humano.

Al respecto, nuestra existencia en la tierra es muy reciente, en comparación con la edad del planeta. Por lo que hay que tener en cuenta que la Tierra cuenta con sus mecanismos de depuración para librarse limpiarse y sanar a sí misma, como ya lo ha hecho al vivir extinciones masivas o periodos glaciares.

Así pues, con nuestra actuación sólo estamos acelerando estos procesos y realmente los más afectados seremos nosotros. La tierra tiene la capacidad de recuperarse, pero nuestra especie probablemente no sobreviva y habremos contribuido directamente a nuestro fin.

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