La Biblia es el libro sagrado de los cristianos, escrito por los hombres e inspirado por Dios. En ella, se nos revelan los mandamientos de la fe cristiana y en su Nuevo Testamento, se presentan las enseñanzas de Jesús, el Mesías.
No obstante, esa compilación de libros ha sido objeto de intervenciones por parte de la iglesia, dejando por fuera algunos textos, a los que se les ha denominado libros apócrifos. Conozcamos un poco más sobre los mismos.
¿Qué son los textos apócrifos?
En la actualidad el término apócrifo es sinónimo de ficticio, simulado o falsificado, aunque su significado de origen es “oculto” u “oscuro”, por lo que su connotación inicial era la de “ocultar lejos”. Hacemos esta aclaratoria porque al catalogar un texto como apócrifo, no quiere decir que sea falsificado, sino que el acceso al mismo fue limitado.
Ahora bien, se conoce como libros, textos, testamentos o evangelios apócrifos a una colección de escritos que no fueron incluidos en los libros sagrados ni del judaísmo ni del cristianismo. Es decir, existen este tipo de textos tanto para el Antiguo Testamento (escrituras que judíos y cristianos comparten) como para el Nuevo Testamento.
Así las cosas, en lo que se refiere al Antiguo Testamento, se trata de una colección de aproximadamente quince libros. Los mismos, contienen sabiduría, profecías, historias de los tiempos del Antiguo Testamento y narraciones propias del pueblo judío. No obstante, los judíos antiguos no los incorporaron en la Biblia hebrea original (Antiguo Testamento, para los cristianos). En este sentido, se consideraban textos útiles a efectos históricos. Pero no se les reconoció el carácter de sagrados, pues se consideraban libros no inspirados.
En cuanto al Nuevo Testamento, encontramos a los evangelios apócrifos, escritos propios de los primeros siglos del cristianismo. Estos buscaban llenar los vacíos existentes en los textos aceptados por la naciente jerarquía de la iglesia, con respecto a la figura de Jesús. Sin embargo, estos no fueron incluidos ni aceptados, por considerar que no cumplían con el canon de la Biblia, en ninguna de las versiones usadas por distintos grupos de cristianos.
¿Por qué no cumplen el canon?
Probablemente para cualquier persona diferenciar entre un texto canónico (se les denomina así a los textos incluido en la Biblia) y uno apócrifo sea extremadamente difícil, pero para los expertos en teología las diferencias son muy obvias.
Para iniciar, nos explican que los autores de estos textos buscaban llenar lagunas existentes en los cuatro evangelios aceptados. Ello, teniendo en cuenta que los primeros textos de este tipo, aparecieron en los primeros siglos del cristianismo, recogiendo versiones sobre la vida de Jesús, que se esparcieron en la tradición oral.
De esta manera, a los primeros cristianos se les contaban anécdotas de la vida de Cristo, o sobre su supuesta vida oculta que, finalmente, no fueron incluidos en la versión final de los textos sagrados. Pero ¿cómo saber si se trataban de meras fantasías o de verdaderas enseñanzas dadas por Jesús a sus discípulos?
Contenido de los textos apócrifos
Estos escritos discrepan de los textos sagrados por su contenido y estilo utilizados para contar los hechos. Al respecto, se hace evidente que los evangelios narran, sin mayores adornos y con una narrativa sencilla, los hechos en torno a Jesús. Por su parte, los apócrifos se caracterizan por exaltar relatos fantásticos, milagros mucho más vistosos y llamativos, historias secretas, etc.
Énfasis en la autoría
Otro rasgo diferenciador, es que en los evangelios canónicos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) apenas existe una referencia a su autor. Mientras que los apócrifos, buscan resaltar constantemente el nombre de quien, supuestamente, lo elaboró, que siempre resulta ser algún nombre histórico destacado.
Ideas gnósticas
Muchos de los textos apócrifos nacieron en grupos gnósticos y dejan en claro esta tendencia en su contenido. De esta manera, afirman la existencia de ideas ocultas del entendimiento de la mayoría. Estos mensajes ocultos, se daban en las afirmaciones y discursos supuestamente dados por Jesús y cuyo entendimiento total estaba reservado a los iniciados.
Del mismo modo, llaman a una cercanía directa a Dios sin la intermediación de una estructura como la iglesia.
¿Cuáles son y de qué trataban estos evangelios?
Existen muchos textos apócrifos, pero cuatro destacan, por tratar algunos temas que los evangelios canónicos dejan en blanco y que son objeto de la curiosidad de muchos.
Evangelio de Tomás
Un tercio del contenido de este escrito, coincide con las sagradas escrituras, por lo que podría considerarse el apócrifo más relevante. En este texto se describen hechos ocurridos después de la resurrección de Cristo.
Según esta recopilación de dichos de Jesús, todos podemos ser hijos de Dios y tener el mismo tipo de divinidad que el propio Jesús poseía. De manera que, no se requiere de iglesias o sacerdotes para entablar una conexión personal con Dios. Evidentemente, por su corte claramente gnóstico, no fue del agrado de las autoridades de la Iglesia y fue calificado como herético.
Evangelio de Judas Iscariote
Este manuscrito fue encontrado en el año 1970 en Egipto y se presume que fue escrito durante el siglo II. Desde su restauración ha generado mucha curiosidad, pues según su contenido Judas sería el discípulo predilecto de Jesús, quien lo entregaría a las autoridades romanas siguiendo sus instrucciones.
Evangelio de María Magdalena
Esta escritura fue hallada en Egipto en 1896 y presuntamente correspondería a María Magdalena. En dicho texto, se trataría de una discípula de las más cercanas a Jesús y no la prostituta arrepentida y reformada, que ha presentado la iglesia. De hecho, según este evangelio, sería ella la verdadera líder de los apóstoles.
Evangelio de Pedro
En este escrito, Jesús no habría sufrido mientras era crucificado. Otro relato que resalta en este texto es el testimonio presencial de la resurrección misma. Recordemos que los textos canónicos, sólo señalan hechos después de ocurrida la resurrección, ninguno relata cómo habría sido ésta.
En este apócrifo se describe el hecho mismo de la resurrección, cuyos testigos serían los soldados que montaban guardia fuera de la tumba.
Asimismo, existen muchos otros escritos que señalan el paso de Jesús por los infiernos en los tres días entre su muerte y su resurrección. Otros, cuentan historias sobre la niñez y juventud del Mesías.
Curiosidades de los textos apócrifos
A pesar de ser escritos que no fueron incluidos en la versión final de la Biblia, mucho de su contenido se mantiene en la iconografía cristiana. Por ejemplo, en las escrituras canónicas no se dice nada sobre el nombre de los Reyes Magos. En realidad, estos nombres son tomados de un texto apócrifo donde se dice que se trata de reyes y que sus nombres eran Melchor, Gaspar y Baltasar.
Por su parte, es en una de estas escrituras que se señala que en el pesebre donde nació Jesús, se encontraban presentes un asno y un buey. Por su parte, aquel soldado que hirió a Jesús en un costado, sólo es descrito de esta forma en los evangelios aceptados por la iglesia, pero es en el Evangelio de Nicodemo, donde se detalla que dicho soldado era un Centurión llamado Longino.
Así pues, aunque estos textos no son considerados sagrados o inspirados, dejan un claro panorama de las creencias que en aquellos momentos reinaban entre los primeros cristianos. Eran una forma de saciar la curiosidad que despertaba la figura del hijo de Dios entre sus seguidores.