La búsqueda del sentido de la vida siempre ha sido una diatriba para el ser humano. La responsabilidad que corresponde a esta búsqueda es bastante alta y es por ello que los humanos tienden a cooperar entre sí para encontrarla. En este sentido, el desarrollo evolutivo de cada individuo es totalmente diferente al de los demás; así, la sociedad, el ambiente, su naturaleza, puede formar un carácter distinto y, por ende, la conciencia de la moral puede ser autónoma o dependiente del crecimiento y entorno dónde se ha desarrollado.
Así que, si quieres saber dónde y cuándo surge la moral en los seres humanos, acompáñanos en este artículo donde indagaremos en lo profundo de nuestra especie.
¿Qué es la moral?
Según los textos establecidos hace cientos de años, la moral se entiende como las costumbres, acciones, valores y normas que crean la conducta de un ser humano. Estas vivencias hacen que sea capaz de determinar si un acto es bueno o malo, tomando como patrón los condicionamientos sociales e históricos que lo rodean. El desarrollo social, la cultura y demás aspectos, pueden determinar la moral de cada quien.
Entonces, ¿es posible que la moral sea igual en todos los seres humanos? La respuesta es no. Cada individuo puede tener una cierta similitud en los valores que lo forman, característico de la cultura donde ha crecido, pero el principio que permite discernir entre lo bueno y lo malo puede ser completamente diferente e individual.
¿Dónde inicia la moral?
Según la psicología evolutiva, la conciencia de la moral inicia en cada individuo desde niño, precisamente cuando tiene la capacidad de valorar aspectos como su conducta. Por esto mismo, cuando un niño puede iniciar una pregunta de análisis como: ¿por qué hago esto?, se puede afirmar que el inicio de la moral en el individuo ha nacido. Sin embargo, esta consciencia moral es imperfecta y no se encuentra desarrollada, por lo que algunas personas afirman que el verdadero inicio de la moral inicia más adelante.
Para que exista un acto moral se necesita algo que se llama intencionalidad. Es decir, que la persona que lo realice desee hacer un acto bueno o malo, no que su naturaleza lo exija, como es el caso de una hormiga que trabaja día y noche por llevarle comida a su reina. Dicho esto, se puede considerar un “acto de moral” cuando un humano se aleja del beneficio propio y actúa por el bien de los demás, sin buscar nada a cambio.
Cronológicamente, muchos científicos como Darwin, han afirmado que nuestra conducta parte de animales como los monos, seres que también durante muchos años de estudio, se le ha dado un sentido de “la moral” ya que pueden tomar decisiones según su intención. Sin embargo, este concepto es un poco difícil de ser acertado, debido a la cantidad de tiempo que tomó la evolución del hombre y que hoy en día somos muy diferentes a los primates.
¿Cómo surge la moral?
Hay que tener en cuenta de que la moral surge según diferentes aspectos, pero hay uno importante que no hemos indagado: el cuerpo humano. Así, antes de que tomemos una decisión, hay un sinfín de procesos químicos que nuestro cuerpo realiza para pensar y después accionar.
Hay investigaciones que dictan que nuestro cuerpo toma decisiones a través de receptores químicos antes que nosotros, como por ejemplo que nos enamoremos o nos atraiga alguien de manera sexual por medio del olor. Del mismo modo ocurre con la moral, se dice que los sentimientos también permiten que surja la moral en los humanos.
Entonces, es posible afirmar que la moral, inicialmente, tiene su origen en las propias necesidades del cuerpo humano.
¿Los sentimientos y el libre albedrío afectan la moral?
Cuando las personas se sienten confiadas, tienen compasión, usan la generosidad, sienten cariño, pueden realizar actos bondadosos y determinar con un sentimiento cuando algo anda mal. Así que, también la moral puede empezar cuando somos capaces de sentir y de entender lo que sentimos.
Asimismo, un hombre que ha crecido en un ambiente hostil no necesariamente tiene que ser malo. Al respecto, su sentido de la moral es diferente al de una persona criada con amor, pero puede ser capaz de cambiar de acuerdo a su sentir, sus pensamientos y su personalidad. Igualmente, una persona que creció en un ambiente amoroso, con buenos valores durante su desarrollo, puede convertirse en una persona mala; ello, debido a que los sentimientos pueden cambiar en el individuo según las circunstancias que vaya atravesando en la vida.
¿Hay diferentes tipos de moral?
La moral solo es una, pero hay diversas concepciones de cómo adquirimos esta. Una de ellas es la religiosa, donde el individuo no se basa en su consciencia moral o individual, sino que su conducta está sometida a los preceptos de alguna creencia religiosa. También hay concepciones positivistas, donde un buen estado de ánimo es comparable a tener una buena moral; así los vicios, la salud, deseos, se ven reflejados con tendencias positivas, las personas que gozan de buena salud tienden a tener una moral inclinada a valores como la bondad, mientras los que no, tienen aspectos inmorales.
Otras tendencias de concepciones acerca de la moral son: la evolucionista, criticista, racionalista, asociacionista y la empirista. Esta última se refiere a la supuesta moral natural que nace con nosotros, de la conciencia y de las creencias que se va desarrollando.
Conclusión del surgimiento de la moral
Si hablamos de fecha, la moral inició desde el primer humano que tuvo consciencia de si sus actos y si de los mismos eran cónsonos con sus creencias de lo bueno y lo malo. De esto, no se tiene fecha específica, por lo que podemos deducir entonces que la moral surge en el individuo su interacción con otros seres de su especie.
Lo que sí podemos determinar claramente, es que los humanos somos personas que podemos desarrollar la moral en distintos aspectos de nuestra vida y este comportamiento puede cambiar según cada experiencia, hasta obtener un alto sentido de justicia, como los héroes de la televisión, o ser el villano de la película. Así mismo, es importante reiterar que cada persona puede evolucionar para mejorar su actitud o puede dar un cambio drástico y empeorar su comportamiento según sus sentimientos y vivencias, permitiendo así concluir que la moral de una persona es netamente individual.
