El movimiento feminista, en la mayoría de sus vertientes, procura crear los mecanismos para romper las desigualdades que el género masculino ha producido en contra de su par, el femenino, a lo largo de la historia de la humanidad.
Por su parte, el feminismo ha adquirido tantas vertientes que incluso es posible encontrar sub géneros dentro del mismo, cada uno con una visión diferente de cómo alcanzar ese objetivo de corrección del trato discriminatorio y desigual que se sigue viviendo al día de hoy entre hombres y mujeres.
¿Es el transhumanismo la solución a la desigualdad entre hombres y mujeres?
Muchos de los postulados transhumanistas, como la posibilidad de borrar el género para obtener seres asexuales, han comenzado a ser esgrimidos por algunos grupos feministas que ven en tal posibilidad la solución definitiva a la discriminación que sufren las mujeres.
Es decir, según esta postura feminista, las posibilidades que ofrece la manipulación genética permitirían que se cambie de tal forma al ser humano, al punto de que sea borrado el género masculino y femenino, para que exista un nuevo tipo de humano que no sea hombre ni mujer y con ello, en definitiva, se rompa o extinga toda diferenciación entre uno y otro género. Esta corriente ha llegado a tal auge que incluso tiene su propio campo de estudio, conocido como posgenerismo.
En este sentido, toda diferencia, al ser borrada, generaría un estado de igualdad absoluto en el cual ya no haya distinciones de hombres y mujeres, sino que todos obedezcan a un mismo patrón y así logren superarse las diferencias históricas y físicas que siempre han colocado a la mujer en una condición discriminada o de subordinación frente al hombre.
Las críticas no se han hecho esperar…
Sin embargo, esta postura ha sido objeto de fuertes críticas, toda vez que lejos de implicar una mejora al ser humano (fin fundamental del transhumanismo), en realidad todo apuntaría a que se estaría intentando imponer una nueva condición de género, la asexuada, lo cual implicaría la convivencia entre tres géneros, a saber: masculino, femenino e híbrido, por llamarlo de alguna manera. Tal situación no pareciera ser una solución en lo absoluto, sino que por el contario agravaría el problema al generar mayores diferencias.
Por otro lado, la idea de implantar un género único causa grandes incógnitas, tales como si tal cambio sería libremente aceptado por las personas o se produciría mediante actos impositivos, coercitivos y/u obligatorios. Asimismo, queda en incógnita cómo quedaría el tema reproductivo de la especie humana.
Cyborgfeminismo
Las posturas feministas y transhumanistas no se centran exclusivamente en analizar las posibilidades de modificar el genoma humano para eliminar los géneros, sino que también existen otras alternativas.
Al respecto, la fusión de hombre y máquina ha sido analizado por algunos grupos feministas, los cuales encuentran en estos cyborgs la posibilidad de borrar todas las limitaciones físicas que pudieran existir entre hombres y mujeres.
Para entender mejor como funciona este planteamiento, basta con señalar que las mejoras mecánicas al cuerpo humano que propone el transhumanismo para construir a un humano superior, son tomadas por los grupos feministas con la expresa intención de aplicarlas básicamente al género femenino.
Así, una mujer común podría pasar a tener la misma fuerza física que un hombre, con sólo contar con algunos implantes biomecánicos en sus músculos. De igual manera, limitaciones propias de las mujeres, como el período de gestación, podrían ser eliminadas con prótesis especiales o con dispositivos creados a tales efectos.
Así, este cyberfeminismo intentaría enfocar las mejoras cibernéticas al género femenino, para que éste finalmente alcance el nivel de igualdad que tanto ha añorado durante los últimos siglos.
¿El transhumanismo es el nuevo enemigo a vencer según el feminismo?
Como ya mencionáramos, el movimiento feminista tiene muchas vertientes en la actualidad. En función de ello, los grupos mayoritarios feministas no ven en el transhumanismo al gran salvador y garantía de una futura igualdad entre hombre y mujeres. Por el contrario, encuentran en esta corriente una nueva forma de dominación de la postura patriarcal sobre la mujer.
Convertir al útero en un instrumento meramente utilitario
Parte de estos grupos feministas encuentran que muchas de las investigaciones transhumanistas, particularmente las genéticas, utilizan a los óvulos como simples globos de ensayos que pueden ser comercializados como un producto. En este sentido, el movimiento genético-transhumanista en realidad estaría sirviendo de instrumento para que el útero, como elemento enteramente femenino, se convierta en un simple producto que pueda ser separado del elemento femenino.
Con ello, todo lo concerniente a la procreación y reproducción dejaría de ser dominado por la mujer, para convertirse en un objeto comercial, dominado por un sistema marcadamente machista que relega a la feminidad inmersa en la procreación a un simple objeto comercial.
La lucha feminista y el transhumanismo
Sin dudas, la lucha igualitaria del feminismo ha alcanzado enormes logros en cuanto a la reivindicación de los derechos de las mujeres, al menos en la mayoría de los países industrializados occidentales, todo ello sin la necesidad de cambios o modificaciones en la genética o condición física del género femenino.
En este sentido, es de recordar que movimientos como el posgenerismo o el ciberfeminismo introducen a la humanidad hacia un terreno peligroso y oscuro como lo es el de lograr la igualdad a todo coste. Al respecto, vale la pena recordar el enunciado aristotélico sobre la justicia, el cual propone que hay que tratar a los iguales como iguales y a los diferentes como diferentes.
Así, al procurar una igualdad absoluta entre hombres y mujeres, a pesar de las notables diferencias entre unos y otros, sería cometer una injusticia, dado que sería tanto como procurar borrar las supuestas características de debilidad o minusvalía propias de las mujeres, pero que al mismo tiempo son parte de su esencia y que, en definitiva, lejos de restarle cualidades, le suman fuerza de voluntad y carácter a su género.
Sin embargo, tales movimientos que quieren valerse del transhumanismo para modificar al género femenino siguen cobrando fuerza y no es de extrañar que en menos de lo pensado se establezcan como una realidad.