Tomarse una copa de vino o un par de cervezas con amigos de vez en cuando, es perfectamente normal. Por supuesto, tomando todas las medidas preventivas del caso, como por ejemplo comer bien y no conducir después.
No obstante, el alcohol tiene efectos nocivos sobre nuestro cerebro, independientemente de la cantidad o frecuencia de consumo. Conozcamos cuales son, y con ello tal vez decidamos cambiar algunos hábitos por nuestro bienestar.
Factores de riesgo presentes en cada persona
En primer lugar, debemos tener claro que el alcohol no nos afecta en la misma medida a todos. Los efectos de esta sustancia, varían de persona a persona teniendo en cuenta su predisposición genética, edad, frecuencia de consumo, entre otros factores.
Frecuencia de consumo de alcohol
Una persona que consume alcohol de forma ocasional, no va manifestar los mismos daños que una persona que lo consuma a diario. Del mismo modo, influye la cantidad y velocidad de ingesta.
Edad
Este factor es determinante, pues si el individuo bebe alcohol desde temprana edad, es decir en la adolescencia, los daños pueden llegar a ser muy graves desde esa primera etapa.
De igual manera, si el consumo se dio desde una edad más avanzada, pero se ha mantenido en exceso durante mucho tiempo, los daños pueden ser irreversibles.
Antecedentes genéticos
Los efectos que pudiera producir el exceso de alcohol podrían verse empeorados, si existe alguna enfermedad o predisposición genética en la persona. Lo cual la hace más vulnerable a sufrir daños graves o irreparables.
Efectos a corto plazo del consumo del alcohol
Todos nos hemos tomado un par de tragos y sentido los efectos inmediatos que esta sustancia tiene sobre nosotros. La explicación es muy sencilla: si bien el hígado es el responsable de metabolizar el alcohol, específicamente la molécula de etanol, nuestro torrente sanguíneo recibe directamente buena parte del mismo, el cual viaja hasta nuestro cerebro afectando su correcto funcionamiento.
Esto es así, debido a que el etanol interfiere en el proceso de los neurotransmisores; es decir, afecta la comunicación entre las distintas partes del cerebro. Esto, distorsiona por completo el control que ejerce el cerebro sobre las distintas funciones corporales. Lo cual es particularmente sensible en algunas áreas muy específicas del cerebro como lo son la corteza prefrontal, el cerebelo y el hipotálamo.
De esta manera con unos pocos tragos, simples acciones como el habla, el andar y la toma de decisiones, se ven entorpecidas.
Podemos identificar los siguientes efectos a corto plazo:
Cambios emocionales
Los desequilibrios en la química cerebral, ocasionados por el alcohol afectan los pensamientos y emociones. Por ello, se es propenso a cambios emocionales dando paso a la ansiedad, depresión o agresividad.
Lagunas de memoria
Una de las preguntas más frecuentes luego de tomar licor en exceso, ¿dónde dejé el celular? O ¿Cómo llegue a casa? Estas pequeñas pérdidas de la memoria se deben al deterioro en el hipocampo.
Pérdida del autocontrol
Aquí se ven afectadas las conexiones del córtex prefrontal del cerebro. Lo que trae como consecuencia que, la persona actúe de manera impulsiva. Por ello, cuando bebemos nos atrevemos hacer algunas cosas que sobrios no nos atreveríamos.
Efectos a largo plazo del consumo de alcohol
Lo anterior, lo hemos podido experimentar en mayor o menor medida en algún momento de nuestras vidas. Recordar algunas situaciones, pueden incluso parecernos divertidas. Pero algunas veces las consecuencias de una simple borrachera han cambiado y arruinado la vida de muchas personas.
Ahora imaginemos estos efectos siendo sufridos durante mucho tiempo por nuestros cerebros. Es seguro que se verá gravemente afectado y posiblemente para siempre.
Veamos con detalle estos efectos a largo plazo:
Trastornos emocionales
Puede ser el detonante de la aparición de la depresión o la ansiedad de forma recurrente o permanente, debido a la disminución de los niveles de serotonina del cerebro. Este neurotransmisor es el que regula el estado de ánimo y al no encontrarse en los niveles óptimos, nos hace propensos a desarrollar cualquier tipo de trastornos emocionales.
Destrucción de neuronas
El consumo elevado de alcohol reduce en número de neuronas en ciertas áreas del cerebro. A su vez, recordemos que las neuronas se pueden regenerar, no obstante, las redes y campos de trasmisión en como éstas se agrupan, se perderán para siempre.
Daños permanentes en el hipocampo
Esta es la parte del cerebro encargada de intervenir en el almacenamiento de memoria. A largo plazo, no sólo no recordaremos dónde dejamos las llaves o donde estacionamos el coche, sino que dañaremos el cerebro de forma permanente, destruyendo la capacidad para memorizar.
Este daño puede ser irreversible incluso si se supera la adicción al licor.
Psicosis
Se pueden llegar a desarrollar alucinaciones e incluso paranoias.
Temblores, náuseas y vómitos
De llegar a detenerse el consumo en una persona adicta, se presenta el denominado síndrome de abstinencia, donde se suele experimentar dolor de cabeza, temblores, náuseas y vómitos.
Especial cuidado con los adolescentes
Resulta bastante preocupante, evidenciar el inicio del consumo de bebidas alcohólicas a edades más tempranas. Se maneja un estimado de que, el consumo de alcohol en adolescentes inicia a los 13,8 años de edad. Lo cual es alarmante, en esta etapa el cerebro se encuentra aún en desarrollo, si el alcohol causa estragos en el cerebro de un adulto imaginemos en el de un adolescente.
Así, encontramos que el desarrollo cerebral se verá limitado. Como consecuencia, el adolescente puede tener déficits en la memoria, el aprendizaje y en el funcionamiento viso-espacial.
Recomendaciones de los expertos
Al conocer los riesgos a los que estamos expuestos al beber alcohol, podemos concientizar cómo nos afecta de manera individual. Por lo tanto, el llamado es a conocer el tipo de bebedor que somos. Ello, además, de evitar caer en el hábito constante y descontrolado de la bebida.
Recordemos, el cerebro es nuestro centro de comando para el resto del cuerpo, y si no lo cuidamos a él básicamente estaremos perdiendo a la persona que somos. Y ni hablar, de cómo afectaremos al resto de los órganos vitales, como hígado, corazón o riñones.
Si deseamos divertirnos en grupo o celebrar alguna buena noticia, podemos optar por bebidas sin alcohol. Por otra parte, podemos trazarnos límite de tragos a la hora de beber, lo cual nos podrá ayudar a controlar los excesos.