Un día cotidiano del hombre de las cavernas. ¡Mira cómo vivía!

La vida en la cueva, conoce sus secretos

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vida en la cueba

La vida de los primeros homínidos sobre la tierra sigue siendo un gran misterio. Por ello, son muchos los expertos, científicos y aventureros que buscan respuestas en los lugares más increíbles que podamos imaginar.

Ahora bien, sin lugar a dudas los lugares más asombrosos y que nos han dado una visión nueva sobre cómo vivían los hombres prehistóricos, son las cuevas. Conozcamos un poco más de la vida del hombre prehistórico en las cuevas.

La errada concepción del hombre prehistórico

Durante mucho tiempo, se dio por hecho que el hombre prehistórico era de un intelecto inferior, que apenas se comunicaba con gruñidos y sólo se valía de un garrote para defenderse de animales y poder cazarlos. Estas características llegaron a ser afirmadas con tal vehemencia, que se perpetuaron en nuestra cultura.

En contraposición a lo anterior, la ciencia y los hallazgos arqueológicos nos han mostrado una realidad muy diferente. Así, las huellas dejadas por nuestros ancestros nos informan que convivían en grupos que en realidad interactuaban hasta conformar una red de intercambio.

Asimismo, ahora sabemos que, si bien en sus primeros tiempos fueron nómadas, luego se asentaron e hicieron de los elementos que los rodeaba sus aliados a la hora de refugiarse del clima y amenazas de otros animales. De esta manera, hicieron suyas las cuevas que pudieran brindarle cobijo.

Las cuevas: testigos de nuestro pasado

El cambio en la concepción del hombre prehistórico, se debe en gran medida a los hallazgos arqueológicos en las cavernas que en algún momento habitaron los hombres del Paleolítico.

Esto hace a las cuevas los testigos de nuestra evolución como humanidad. Al día de hoy, son una herramienta esencial en el estudio de nuestros antepasados, permitiéndonos conocer cómo ha cambiado nuestra manera de vivir.

En este sentido, los estudios demuestran que estas comunidades prehistóricas usaban las cuevas por secciones. Así, la entrada o boca de la cueva solía funcionar como lugar habitual de descanso, comida o reunión, en tanto que las profundidades estaban reservadas para rituales especiales e incluso como almacén para la comida.

En todo caso, es imposible señalar un uso único o generalizado de estas cuevas por las comunidades prehistóricas, pues cada una fue adaptando estos espacios a su realidad y momento histórico.

¿Nómadas o sedentarios?

Sin duda, el hombre primitivo fue un nómada, pues debía valerse de los recursos que el clima le prestara. En este sentido, movilizarse era su única manera de asegurarse la supervivencia.

De manera que, en esta etapa, se cree que buscaba refugio en la copa de árboles y en las cuevas, ya que su constante necesidad de movilizarse no le permitía transformar su entorno sino, más bien adaptarse al mismo. Por tanto, no modificaba el espacio físico, mucho menos construía algo con algún carácter de permanencia.

Por estas razones, los expertos señalan que los hombres primitivos, preferían que sus lugares de cobijo estuvieran cerca de los recursos que cubrieran sus necesidades inmediatas, antes de que por ejemplo tuviera exposición al sol. Siendo entonces las cuevas, una opción verdaderamente valiosa. Estas le permitían protegerse del clima tan agresivo producto de las glaciaciones.

Así, serían ellos, los primeros en pintar en las paredes de las cuevas con escenas de caza o las figuras de los animales a su alrededor, dejando así testimonio de su paso por esas tierras.

Esto adaptación cambiaría, con el descubrimiento del fuego y de la agricultura, momentos que le permitieron al hombre permanecer en asentamientos, ya que le permitirían modificar su entorno y se valdría cada vez en menor medida de espacios como cuevas para refugiarse, pero esta vez de forma permanente.

¿En solitario o en grupos?

Es difícil pensar en el ser humano como un solitario, lo mismo ocurre con el hombre prehistórico. Así, se ha tenido como cierto que los grupos en los cuales podía convivir el hombre de las cavernas no superaban 25 o 30 personas, más aún si nos detenemos en la capacidad de las cuevas, donde se han hallado evidencia de la presencia del hombre del Paleolítico Superior.

No obstante, excavaciones realizadas en la cueva de Tito Bustillo, una de las más famosas de España, ubicada específicamente en Ribadesella en el Principado de Asturias, se descubrieron pinturas prehistóricas datadas desde 25.000 hasta el 10.000 años a. C., y dan testimonio de algo diferente.

La investigación del lugar, da indicios de que en dicha cueva habitaban más hombres prehistóricos de lo que se creía.

En la cueva se encontraron útiles, huesos grabados y, lo más interesante, dos grandes hoyos utilizados para deshacerse de los desperdicios. Según los expertos involucrados en esta investigación, la cueva fue habitada hace unos 12.000 años por nuestros antepasados prehistóricos. Pero un dato que aporta este estudio es que la cavidad cuenta con un vestíbulo de entrada que no se habría descubierto sino hasta el año 2004, pues un derrumbe habría interrumpido el paso natural existente.

Los investigadores han determinado que en dicho espacio, se concentraba una comunidad que fácilmente contaba con un centenar de miembros. Según sus descubrimientos, allí compartían y realizaban sus trabajos.

En este sentido, no sólo era el refugio contra las inclemencias del clima y los animales, sino era un lugar elegido como vivienda de toda una comunidad.

El fuego como aliado

El descubrimiento del fuego, fue sin duda, un gran aliado para los primeros hombres, gracias a él también lograron adentrarse en las profundidades de las cuevas donde la luz del sol es inexistente.

Así las cosas, según los restos encontrados en diversas cuevas, usaban huesos, ramas y estiércol como combustible, siendo de vital importancia en los períodos de invierno o de inacción del grupo. Momentos en los cuales, los hombres primitivos se adentraban a las profundidades de la cueva, siempre acompañados del fuego, siendo además el mejor lugar para reservar sus provisiones.

Importancia de los hallazgos de las cuevas

Las Cuevas de Tito Bustillo y todo el conjunto de estas cavidades descubiertas hasta el presente, no son más que joyas invaluables de la historia de la humanidad. De hecho, muchas de éstas han sido declaradas patrimonio de la humanidad por la UNESCO, pues son vestigios de la existencia de los humanos paleolíticos.

Ciertamente, ha sido el arte encontrado en estas cuevas lo que más ha llamado la atención del mundo pero en realidad el significado va más allá. Estas estructuras son verdaderos testigos de la historia, donde incluso se han hallado dibujos o ilustraciones que sugieren la existencia de un lenguaje primitivo. Todo esto deja de lado, la afirmación de que hombre primitivo carecía de razonamiento o de la capacidad de organizarse.

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