Hablar de sexualidad puede resultar más incómodo para algunas personas que para otras. Pero, en definitiva, resulta un tema particularmente embarazoso entre padres e hijos, sobre todo si estos últimos son pequeños o adolescentes. No obstante, el hecho de que los jóvenes puedan hablar sobre sexualidad con sus padres les permite contar con una fuente confiable para resolver sus dudas.
Así pues, la educación sexual debe ser vista como un proceso familiar sin tabúes. De esta forma, los padres transmiten valores y principios para un desarrollo sexual sano, al tiempo que permiten a sus hijos tener la libertad para expresarse y preguntar.
La sexualidad desde la familia
Sin que nos quede duda, la educación y orientación en materia de sexualidad es una función esencial de los padres. Esta responsabilidad, debe ser ejercida desde que los niños son pequeños. Lo cual permitirá construir el camino para abordar futuras situaciones más complejas.
En este sentido, los padres serán quienes den la información, moldeen comportamientos e incentiven valores sobre las relaciones e intimidad en sus hijos. Por todo lo anterior, temas como el desarrollo sexual, la salud reproductiva, las relaciones interpersonales y la imagen corporal, se deben hablar en casa primero.
Una vez que tengamos lo anterior perfectamente digerido, es el momento de conseguir la oportunidad y manera de abordar estos asuntos. Asimismo, será prudente buscar información y asesoría en caso de que se tengan dudas.
¿Cuál es la edad indicada y a qué preguntas nos podemos enfrentar?
Ésta es una de las cuestiones más temidas por los padres. Especialmente, si se tiene en cuenta que para los padres sus hijos nunca serán lo suficientemente grandes. Lo cierto es, que el gran secreto sobre este punto, es comenzar desde temprano.
¡Así es!, lo mejor es empezar a hablar de sexo con nuestros hijos desde los primeros años. Por supuesto, teniendo en cuenta que la información debe adecuarse a su madurez, necesidades y grado de curiosidad.
Lo idóneo es que los padres conversen con sus hijos sobre los cambios por los que pasa su cuerpo a medida que crece. A su vez, es de tener presente que estas preguntas variarán en complejidad a medida que el niño vaya creciendo.
Por supuesto, estos temas serán planteados a lo largo de su desarrollo, de diferentes maneras y en atención a ello deben ser nuestras respuestas.
Veamos las etapas más comunes:
Primera etapa: hablar de sexo con los niños pequeños
Nos referimos a los niños con edades comprendidas entre 18 meses a 3 años. Es cuando los niños comienzan a aprender, explorar y conocer su propio cuerpo. En este punto, resulta muy importante enseñarles los nombres correctos de cada parte del cuerpo.
Con lo anterior, evitaremos la idea de que el nombre propio tiene algo de malo o está prohibido. De igual modo, es la oportunidad para identificar y enseñarle las partes privadas que no pueden ser tocadas por otras personas (aquellas cubiertas por un traje de baño).
En estas edades, las preguntas pueden ser bastante ocurrentes aunque sus respuestas deben ser sencillas, reales y sin mayores complicaciones. Recordemos que, por el momento, el niño no necesitará más detalles. Por ejemplo, no faltará la pregunta,¿Por qué soy distinto a mi hermanita/o? En este caso, se recomienda decir que un niño es distinto de una niña, este tipo de respuesta serán suficientes.
Segunda etapa: el niño comienza a crecer
Son los niños con edades comprendidas entre 4 a 5 años. Pueden mostrar interés hacia la sexualidad básica propia como por la del sexo opuesto. En esta etapa, es posible que se toquen los genitales o muestren interés hacia los genitales de otros niños. Este tipo de interés es normal, no hay que alarmarse. Sin embargo, es la oportunidad para indicarles qué es correcto y qué no. Esto se logra estableciendo límites a la exploración.
Tercera etapa: Edad escolar
Niños entre los 5 a 7 años de edad. Ya se trata de niños que han aprendido más acerca de las relaciones interpersonales. Pueden mostrar algún interés en lo que pasa sexualmente entre los adultos. Sus preguntas serán más complejas. Lo importante en este punto es lograr que los hijos entiendan la sexualidad de forma saludable.
Es de recordar que lo aprendido a esta edad acompañará al niño en su etapa adulta, permitiendo relaciones sanas a futuro.
Las preguntas típicas de estas edades pueden ser: «¿A qué edad puede una niña tener un bebé?», «¿Qué es la menstruación?».
Cuarta etapa: Pre-adolescencia
Los niños entre los 8 a 9 años de edad, son capaces de entender que el sexo es algo que ocurre entre dos personas que se tienen afecto. Pueden surgir preguntas sobre romance y matrimonio, y tener curiosidad por las relaciones homosexuales.
Estas son las oportunidades para comentar las ideas de la familia sobre estos aspectos. A esta edad, además, iniciarán los cambios propios de la pubertad. De manera que, la responsabilidad sexual será una de las lecciones más importantes.
Quinta etapa: Adolescencia
Sin duda una de las etapas más difíciles, en este punto la educación sexual incluye temas como la abstinencia o violación, entre otros bastante álgidos. Por supuesto sus preguntas serán mucho más complejas, por ejemplo:
¿Estoy lista/o para tener relaciones sexuales? En esta edad es de suma importancia hacerle saber que ni la presión social ni la curiosidad, son factores que deban conllevarlo a tener relaciones sexuales a temprana edad. Por lo que es necesario incentivar que no existe apuro, no se trata de una competencia. Recordarle que el sexo y sus consecuencias es un comportamiento de adultos.
¿Qué sucede si mi novio/a quiere tener relaciones sexuales, pero yo no? En este supuesto, es el momento justo para explícale que nadie puede forzarla/o a mantener relaciones sexuales, caso en el cual se constituye en una violación, independientemente de quien lo obligue.
¿Cómo hablar de sexualidad con los hijos sin morir en el intento?
Como lo hemos señalado, el secreto es iniciar la conversación sobre sexualidad con nuestros hijos desde temprano. Esto fomentará un lazo de confianza entre padres e hijos. Otro truco es mantenerse firme, no inventar o mentir, no evadir las preguntas.
De igual manera, siempre manteniendo en cuenta, la edad y desarrollo personal de su hijo. Lo ideal es proporcionar información de a poco, en la medida de su curiosidad y conocimientos previos sobre determinado tema.
Muchas veces, estas preguntas o curiosidades pueden tomarnos por sorpresa. Tal situación puede traer como consecuencia que tomemos actitudes desfavorables para tratar estos asuntos. De forma que, siempre debemos mantener la compostura, respirar y evitar burlas.
El lenguaje es fundamental
Será importante hablar con términos sencillos, comprensibles para su hijo. Aun así, puede que necesite repetir algunas cosas, así que la paciencia será un aliado. En el caso de los adolescentes, considere su punto de vista. Asimismo, es de suma importancia no reprenderlo ni asustarlo para desalentar la actividad sexual; por el contrario, debe escucharlo atentamente.
Manifestarles a los hijos que siempre se estará disponibles para hablar, así como, dedicarle efectivamente el tiempo, será una puerta abierta para que se sientan seguros de hablar de estos temas con sus padres.