¿Los seres humanos somos la única especie que tiene abuelos?

Abuelos y abuelas en la evolución social humana

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abuelos en la sociedad

Los abuelos son una parte muy amada de la familia. En ocasiones, son fuente de guía y amor; en otros, son un referente de disciplina. Pero, ¿somos los seres humanos la única especie que interactúa con sus abuelos estando vivos?, la respuesta es que no; sin embargo, son poquísimas las especies que cuentan con estos ascendentes acompañándolos en vida.

En particular, únicamente las orcas, las ballenas piloto, los elefantes, los monos langur y los seres humanos interactúan con sus abuelos. Aunque es de destacar que tal interacción se da solo con el género femenino, es decir, con las abuelas para ser más exacto. Por su parte, estas abuelas suelen ocupar un rol en la sociedad, manada o grupo familiar.

Todas las especies tienen abuelas, pero no todas son parte del núcleo familiar

Para entrar en contexto, es necesario decir que todo grupo que se reproduce mediante la procreación tiene una ascendencia. Así, la madre de la madre siempre será la abuela. No obstante, según estudios recientes. no es común, de hecho, es extremadamente raro, que las abuelas sean parte del núcleo familiar.

Situación que es entendible, dado que pocas especies son longevas e, incluso, se produce el caso de que en la mayoría de las especies los miembros más viejos se retiran del grupo familiar o son excluidos para no competir por los recursos.

Pero resulta que esta situación es diferente en los seres humanos, algunas especies de ballenas, una especie de monos y elefantes, en los cuales las abuelas tienen un rol fundamental en la ayuda de la crianza y protección de las crías.

Al respecto, la bióloga de la Universidad de Turku de Finlandia, Mirkka Lahdenperä realizó una investigación en la que observó cómo la mayoría de las especies se dispersa de sus progenitores.

Las abuelas en el rol de la evolución humana

Estudios antropológicos han demostrado cómo el rol de las abuelas parece haber sido determinante en la evolución humana. En ese sentido, es de recordar que los seres humanos somos de las pocas especies que trasmite información y requiere de educación. Es justo en ese aspecto donde parece sobresalir el rol de las abuelas, las cuales una vez concluido su ciclo reproductivo (llegada de la menopausia), siguen trasmitiendo información, técnicas y educación sobre cómo resolver situaciones.

Es decir, podríamos afirmar que actuaban en la antigüedad como “enciclopedias vivientes” que almacenaban la información degeneraciones anteriores y las trasmitían a sus descendientes.

Al respecto, estudios sobre el período neolítico logran comprobar que hasta aquel entonces el porcentaje de individuos capaces de ser abuelos, resultaba menor que el de quienes no lo eran. Así, aunque hoy sigan sin conocerse las causas, a partir del neolítico aumentó el grupo de personas en edad de ser abuelas, en comparación con las que no se encontraban en dicha edad.

Curiosamente, es justo en a partir del neolítico cuando el ser humano desarrolla la agricultura, crea las primeras ciudades y surgen las guerras y las clases sociales.

Es decir, es bastante probable que el crecimiento en el número de abuelas, como referente de experiencia y sabiduría, permitiera acelerar la evolución social humana.

¿Y qué ocurre con el resto de las especies?

Para evaluar qué ocurre con el resto de especies, podemos comenzar con los estudios realizados en los elefantes. Al respecto, es de recordar que esta especie es bastante longeva, llegando a vivir un promedio de 70 años. Por ello, resulta común que madres e hijas lleguen a quedar en estado de gestación al mismo tiempo.

En tales casos, un estudio publicado por Univisión, revela cómo en aquellos grupos familiares en donde el cuidado de las crías era reservado a las abuelas, éstas eran capaces de trasmitir su conocimiento a las crías. Con lo que la descendencia contaba con un mejor organización e índices superiores de supervivencia.

Las orcas repiten un patrón de conducta similar. En este caso, es de recordar que tal especie tiene una organización matrilocal, por lo cual los hijos permanecen con el grupo originario de la madre, teniendo contacto constante con las madres y sus ascendientes, enseñándoles incluso a ubicar los sitios con mejores reservas de comida, gracias a sus recuerdos de las áreas ricas en peces.

Por su parte, es de recordar que al igual que ocurre con los seres humanos, la menopausia en estas especies comienza mucho antes del final del tiempo de vida, por lo que se produce una constante interacción a lo largo de la existencia de la madre con sus crías y los descendientes de estas.

Estudios en insectos

Si bien aún no existe un estudio determinante, hay observaciones sobre insectos que viven en colmenas, tal como los pulgones formadores de agallas Quadrartus yoshinomiyai. En este orden de ideas, es de recordar que la vida de los insectos es muy corta, al punto de que muchas especies ni siquiera logran conocer a sus propios hijos.

Sin embargo, en el caso de estos pulgones, ha logrado observarse cómo los insectos, que ya han alcanzado el nivel de no lograr reproducirse, son cuidados y protegidos por el resto de la colmena, aunque no se tienen datos ciertos sobre la función de estos grupos dentro de la comunidad.

¿Y qué pasa con los abuelos?

El caso de los abuelos es incluso más extraño. Al respecto, los seres humanos sí parecen ser la única especie en el planeta que convive socialmente con sus abuelos. En este sentido, es de recordar que por regla general el macho suele ser independiente y tiende a segregarse de la manada o grupo familiar para formar su propia familia.

Por ello, no es común, de hecho es verdaderamente extraño, encontrar especies en donde el macho interactúe constantemente con su descendencia, mucho menos con la descendencia de éstos.

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