Las enfermedades infecciosas son ocasionadas por gérmenes como microbios, virus, hongos o parásitos. Esto no significa que todas las bacterias ocasionen infecciones o enfermedades; por el contrario, algunas son muy beneficiosas para el organismo de los seres humanos. Sin embargo, hoy haremos referencia a aquellas que sí son un riesgo para la salud.
En este sentido, al hablar de enfermedades infecciosas haremos referencia a aquellas que se trasmiten a una persona de muchas formas diferentes, desde un simple beso en la mejilla, hasta aquellas que se originan por la picadura de algún insecto.
Transferencia o contagio de gérmenes
Cuando un germen (nocivo o no) pasa de un cuerpo a otro se denomina transferencia y la persona que transmite la bacteria se denomina portador. En este sentido, es posible que algunos portadores no presenten los síntomas de una enfermedad, pero puede transmitir o propagar las bacterias hacia otra persona. Si esos gérmenes son dañinos pueden ocasionar infecciones y enfermedades.
A su vez, es de recordar que el contagio no siempre es igual en todas las personas y las razones por la que esto pasa no están del todo claras. Mientras que una persona no parece afectada o solo siente un leve malestar, otras presentan una infección que puede ser muy grave y, en el peor de los casos, ocasionar la muerte.
Factores que influyen en el contagio
Los especialistas sostienen que las diferencias en los niveles de la enfermedad pueden deberse a varios factores. Entre los más conocidos podemos mencionar: la edad del huésped; su sistema inmune; el nivel de nutrición; la composición genética y el estado de salud que tenía la persona al momento de la exposición a la bacteria.
El caso de los recién nacidos merece especial atención, ya que están en riesgo debido a que tienen la tendencia de meterse todo a la boca y sus sistemas de protección no siempre están preparados para enfrentarse a las enfermedades. Por otro lado, los niños más grandes tienen menos riesgos, ya que se han vuelto inmunes a través de infecciones anteriores. De igual manera, es de recordar que las infecciones son normales en la infancia, por lo que la mayoría de los niños tendrá varias infecciones respiratorias cada año, mientras su sistema inmune va generando anticuerpos.
Algunas posibles secuelas
En muchas ocasiones, las infecciones aparecen y desaparecen sin dañar al quien la sufre. Pero otras veces ocasionan gran variedad de síntomas, mucho dolor y hasta la muerte. Por su parte, la mayoría de las infecciones se curan por completo y no dejan rastros de su existencia, pero algunas, al curarse, dejan al paciente con daños en un órgano u otra parte de su cuerpo.
De la misma forma, algunos gérmenes permanecen en el organismo incluso después de que la enfermedad se cura. Por ejemplo, el virus del herpes, citomegalovirus o el virus de Epstein Barr permanecen en el cuerpo del individuo toda la vida.
Un caso particular de esto, es la varicela. Así, cuando un niño se cura de esta enfermedad, el virus permanece dentro de sus terminaciones nerviosas y puede volver a aparecer en el futuro como herpes zóster.
Principales formas de contagio de una enfermedad infecciosa
Las enfermedades infecciosas tienen muchas maneras de transmitirse de una persona a otra. La más común es a través de las gotas de Flügge que son unas pequeñas gotas de secreciones respiratorias. Miden menos de un micrómetro y pueden permanecer hasta treinta minutos suspendidas en el aire. Se producen cada vez que respiramos, tosemos, estornudamos o hablamos. Además, si la persona que las expulsa está enferma, las gotas de Flügge también contienen las bacterias infecciosas.
Cuando una persona sana inhala estas secreciones, las bacterias se adhieren a las mucosas del aparato respiratorio y se propagan infectando al nuevo anfitrión. Por su parte, las gotas de Flügge también se depositan en superficies como mesas, escritorios, puertas, pasamanos, etc. Si alguien toca con la mano una de esas superficies contaminadas y luego se lleva la mano a la boca o nariz tiene una alta posibilidad de contagio.
Contactos directos con fluidos entre personas
El contacto sexual y el consumo de agua o alimentos contaminados encabezan las listas de las principales vías de propagación de las enfermedades. Así, cuando una persona infectada saluda con la mano o con un beso a otra, existe un riesgo real de contagio por contacto directo.
En este supuesto, también se cuentan los registros de contagio por el uso de jeringas contaminadas y transfusiones de sangre.
Otros insectos
En muchas partes del mundo, es común que las enfermedades se propaguen por la picadura de animales como mosquitos, pulgas, chinches, etc. En este caso, también es necesario mencionar a las ratas y otros roedores, que si bien no son insectos, sí son portadores o instrumentos de carga para la trasmisión de enfermedades a través de los insectos y parásitos que viven en ellos.
¿Qué se puede hacer para minimizar el riesgo de contagio de enfermedades infecciosas?
Existen muchos métodos para prevenir o minimizar la posibilidad de contagio de alguna bacteria. Entre los más comunes están:
La higiene como medida principal
Siempre es aconsejable lavarse bien las manos, antes de comer o de manipular alimentos. En este sentido, es recomendable que el lavado dure al menos quince o veinte segundos y si es posible se debe utilizar un cepillo en las uñas.
De igual manera, se sugiere la aplicación de gel de alcohol (antibacterial) en las manos. Este gel elimina gran cantidad de los microorganismos que pueden ocasionar las enfermedades.
Uso de cubrebocas
Cada vez es más usual ver a personas con cubrebocas en espacios de alta aglomeración, como cines, aeropuertos u otros sitios públicos. Esto evita la propagación de enfermedades respiratorias, pero también el quedar expuestos a ellas.
Higiene en el hogar y el trabajo
Siempre será recomendable mantener las superficies de las mesas y escritorios limpias y aplicar soluciones a base de cloro o alcohol, para su desinfección constante.
Atención médica oportuna
Si se tiene una enfermedad contagiosa se debe minimizar el contacto con otros, por lo que es recomendable no asistir a la oficina, universidad, escuela, etc. Asimismo, es prudente acudir lo antes posible a la correspondiente atención médica para verificar la magnitud de nuestra enfermedad y conseguir el tratamiento adecuado.